martes, 17 de abril de 2012

CURIOSIDODOS: EL MEXICANO DEL TITANIC

POR.- EL DODO DE HUMOR NEGRO

En eso de las desgracias espectaculares y famosas, los mexicanos también nos pintamos solos, ocupando un lugar dentro estas leyendas siniestras.

Al cumplirse un siglo del hundimiento del RSM TITANIC, vale la pena recapitular la historia del único ciudadano de México que viajaba en él.

Manuel R. Uruchurtu, nacido el 12 de junio de 1872, en Hermosillo, Sonora y muerto el 15 de abril de 1912, en alta mar, era miembro de una familia pudiente, que viajó a la ciudad de México para estudiar abogacía en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Contrajo matrimonio con su compañera de estudios, la aristócrata Gertrudis Caraza y Landero, con quien tuvo siete hijos. Él y su familia se establecieron en la ciudad de México. Su amistad con el estratega porfirista Ramón Corral le brindó la oportunidad de ser muy conocido en la vida política del país. Sin embargo, la caída y destierro de Porfirio Díaz en 1911 afectó al ilustre abogado.

Luego de convertirse en diputado, en 1912 decidió ir a Francia a visitar a su amigo, el también desterrado Ramón Corral. El 1 de marzo de ese año se efectuó el encuentro entre Manuel Uruchurtu y Corral. Cumplido su cometido, el sonorense adquirió su boleto para viajar el 10 de abril de París de Cherburgo, Francia a Veracruz, México.

A finales de marzo o principios de abril de ese año Uruchurtu, hospedado en el Hotel París, recibió la visita de Guillermo Obregón, yerno de Ramón Corral y presidente de la Gran Comisión de la Cámara de Diputados. Obregón había pagado un poco más de £ 27 (hoy casi USD$ 100,000.00) por un boleto de primera clase que le permitiría navegar en el lujoso trasatlántico RMS Titanic en su viaje inaugural, pero había cambiado de parecer y deseaba intercambiar boletos, a lo que Uruchurtu accedió; Guillermo Obregón viajaría en el París y Uruchurtu en el Titanic con el boleto No. P C 17601.

El 8 de abril Uruchurtu fue invitado a una fiesta con los exiliados leales a Porfirio Diaz y el 10 del mismo mes envió a su madre, en Hermosillo, Sonora, una postal diciéndole que la foto se trataba ni más ni menos que del barco en el que viajaría, que llegando a México la visitaría en Hermosillo para platicarle todo acerca del viaje en el famoso barco. Ese mismo día, en Cherburgo, abordó el Titanic junto con 273 pasajeros más.

La noche en que el Titanic chocó contra el témpano de hielo, domingo 14 de abril, Manuel Uruchurtu fue subido al bote salvavidas número 11, privilegio ganado gracias a su estatus de Diputado en visita oficial. Entonces se apareció una dama, de nombre Elizabeth Ramell Nye, quien imploró ser incluida en el bote salvavidas, alegando que su esposo e hijo le esperaban en Nueva York. Los oficiales se negaron a subir a alguien más al bote, ya que pondría en peligro la estabilidad de éste.

Manuel Uruchurtu se levantó, abandonó el bote salvavidas y cedió su lugar a la dama. Mas, adivinando su segura muerte, él le pidió visitar a su familia en Hermosillo para hacerles saber sobre sus últimos minutos en vida.

Elizabeth Ramell Nye salvó su vida al ser rescatada; no así Uruchurtu quien falleció en el hundimiento del Titanic.

Tiempo después se descubrió que Elizabeth Ramell había mentido a Uruchurtu, ya que ni era casada ni tenía hijo alguno. No obstante, la mujer cumplió su promesa y en 1924 viajó a Xalapa, Veracruz a contar a la viuda de Uruchurtu la historia de su esposo.

Cien años después de la muerte de Manuel Uruchurtu, la historia de este político mexicano, que se ahogó en el Titanic por ceder su lugar a una señora, busca hacerse un hueco en el imaginario colectivo de México para rescatar esos valores de caballerosidad propios de tiempos pasados.

"Cuando el Senado de Estados Unidos se puso a hacer el recuento de los daños y a entrevistar a los supervivientes, hay tres testigos que cuentan esta historia y coinciden en el acto de heroísmo", cuenta Antonio Uruchurtu, descendiente de aquel caballero, quien hace un lustro decidió sacar la historia de la familia, animado por Premier Exhibitions, la compañía que organiza las exposiciones del Titanic.

"Siempre fue una historia de familia, de esas que vienes arrastrando generación tras generación pero que no salen de tu casa, se quedan en la sobremesa".

Antonio está haciendo un esfuerzo para que México reconozca a Manuel Uruchurtu como Héroe de la Caballerosidad, después de haberlo conseguido en el estado de Sonora; la petición está en el Senado de la República y en caso de conseguirlo, explicó, su nombre se escribiría en letras de oro en la Cámara.

En breve saldrá a la venta el libro "El caballero del Titanic" de la escritora mexicana Guadalupe Loaeza, una biografía novelada sobre la vida de Uruchurtu.

¿Cómo la ven, queridos lectores?. No era "el rey del mundo", pero México también tiene una razón de recordar al TITANIC.

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