viernes, 27 de enero de 2012

MALA LECHE: LAS ADICCIONES, ACORDE A FELIPE CALDERÓN

POR.- EL DODO DE LA MALA LECHE

Flaco favor se hace el presidente Felipe Calderón cuando regala perlas de sabiduría política simplista.

Vean sino, según su versión, el aumento del poder adquisitivo de los mexicanos provocó no sólo la ampliación del mercado de “bienes buenos”, como automóviles y casas, sino por “desgracia también el de las drogas”.

O sea que entre medio tenemos para comer, también se nos ocurre enviciarnos.

En esa lógica, el crecimiento de consumidores potenciales sirvió para que las bandas criminales cambiaran su modus operandi y comenzarán a pelear por el control de territorios, lo que ha llevado una “violencia brutal, irracional y estúpida” a algunas zonas del país, omitiendo que fue el gobierno quien destapó el avispero a través de estrategias imbéciles, encaminadas al efecto mediático y nunca a resolver el problema de base.

“Si a principios de la década de los 90 México tenía un ingreso per cápita de dos mil dólares, y hoy tiene un ingreso per cápita superior a 10 mil dólares, incluso con las variaciones del tipo de cambio, eso implica que en promedio, por lo menos, cada mexicana y cada mexicano tiene un mayor poder adquisitivo, lo cual hace que sea un mercado creciente, un mercado de compra creciente para cualquier bien o servicio, para cualquier bien bueno, digámoslo así, desde un automóvil, ropa, vivienda, alimentos; y, por desgracia, también, el mercado de drogas”.

Desgraciadamente tal generalización es insostenible, pues a pesar de los llamados histéricos del burócrata, la drogadicción mantiene oscilaciones naturales y aunque en el universo del vicio, el porcentaje creció, en el amplio espectro social no avala el enredo gubernamental de incendiar la nación.

De ser ciertas estas apreciaciones, a Calderón se le revierte el triunfalismo económico ya que en lo que va del sexenio, las oportunidades laborales se han contraído, siendo la juventud el sector más golpeado y es esta peculiaridad la que facilita que se vean “a más jóvenes caer en manos de los criminales, cuyas bandas se intimidan entre sí en busca de controlar territorios.

Las bandas criminales donde utilizan a los jóvenes, lo mismo para distribuir y vender, como para hacerlos parte de esta masa armada, el sicariato, digamos, donde vemos cada vez jóvenes de menor edad caer en esos enfrentamientos, que además, con objeto de intimidar a las bandas y alejarlas de un territorio”.

Puntualizando es obligado escribir que no son sólo los delincuentes los que han destrozado a México, sino la inutilidad de una administración que hizo de la guerra, la única carta válida en el ejercicio del poderío, que no del poder.

Sin embargo, el presidente puntualizó que su gobierno ha enfrentado el problema de manera integral, no sólo desde un frente policíaco sino también social.

Y destacó tres ejes: uno, combatir y someter a los delincuentes; dos, la reconstrucción de las instituciones de seguridad y justicia y, tres, fortalecimiento del tejido social que impida que la delincuencia permee en la sociedad.

En tanto se de prioridad a la violencia, tal y cual aparece jerarquizada en la estrategia de Calderón, sin resolver otras lacras de su gobierno (a saber: corrupción, nepotismo, negligencia y un larguísimo etcétera), al igual que el resto de los problemas que no han podido ser resueltos, las adicciones seguirán la tendencia natural.

Aun asumiendo que existan seis y medio millones de adictos en el país, compárela con el total de la población y explíquese, si se justifica, el gasto descomunal en seguridad para los escasos resultados.

Por eso, sus asesores deberían recomendar a Calderón que se calle la boca.

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