sábado, 8 de octubre de 2011

MALA LECHE: SLIM'S DOWNTOWN

POR.- EL DODO DE LA MALA LECHE

Al ojo del amo, los negocios crecen.

El 29 de septiembre de 2011, el magnate mexicano Carlos Slim, la persona más rica del mundo según la revista Forbes, recibió la Presea Sor Juana Inés en reconocimiento a la labor que durante diez años ha realizado para la revitalización del Centro Histórico de Ciudad de México.

Se trata de la máxima distinción que otorga la Universidad del Claustro de Sor Juana (UCSJ) "a las personas que han contribuido al desarrollo cultural, artístico o académico" de México.

Calidad aparte, el reconocimiento a Carlos Slim y la cobertura informativa que se hizo de ello, demuestran entre línea el peso completo que el multimillonario tiene dentro de la opinión pública.

Hace diez años el Gobierno de la Ciudad de México y el Gobierno Federal designaron a Carlos Slim presidente del Comité Ejecutivo del Consejo Consultivo para el rescate del Centro Histórico de la capital.

En otras palabras, Slim fue llamado a hacer negocios con el corazón de la urbe en los términos que mejor le convinieron.

En estos últimos diez años el Grupo Carso, entidad empresarial que preside Slim, ha creado más de 8.400 empleos permanentes en el Centro Histórico, ha remodelado y adecuado 100.000 metros cuadrados para oficinas y despachos y cerca de 60.000 para uso habitacional.

Siempre, apunta el dodo, en concordancia a la lógica capitalista de generar plusvalía.

El magnate comentó durante la ceremonia que la revitalización del Centro Histórico parecía un problema imposible, pero que contó con un apoyo básico: el acuerdo entre el Gobierno federal y el de la capital de trabajar juntos en este reto.

"El problema se fue haciendo pequeño con esa unidad de trabajo, solidaridad e interés por resolver el problema en todos los niveles".

Slim explicó que el objetivo era revitalizar la zona y no sólo restaurar los edificios.

Se trataba de "levantar el nivel socio-económico de la población del Centro Histórico y dotarles de programas de salud, educación, seguridad y servicio público".

Había, vamos, que deshacerse de la gente fea, los negocitos de cuarta y la competencia desleal. El señor pactó un coto privado para incrementar fortuna, no la beneficencia.

En su opinión, la zona ha experimentado un salto fundamental, si bien consideró que queda todavía mucho por hacer, principalmente el problema del hundimiento que sufre la ciudad por la sobreexplotación de los acuíferos.

La rectora de la UCSJ, Carmen López-Portillo Romano describió que hace una década el Centro Histórico "aparecía despoblado, enfermo, gris, violento y degradado".

"Por eso muchos de nosotros festejamos la iniciativa convocada por las instancias del Gobierno de la Ciudad y el Federal y el entusiasmo de individuos y grupos para reanimar" la zona, agregó.

La máxima autoridad de la UCSJ festejó que Slim se comprometiera con el proyecto y diera su palabra, la cual "ha cumplido a cabalidad" y "ha honrado la confianza que en él depositaron personas e instituciones".

López-Portillo recalcó que son muchas las personas que entre 2001 y 2010 se han beneficiado con acciones de salud, programas de donación de lentes, consultas, talleres, pláticas y conferencias para el desarrollo comunitario y social a través de becas, microcréditos y talleres de capacitación en oficios.

Por supuesto que estas maravillas obedecen a un plan maestro de rentabilidad, el Centro Histórico, ahora supeditado a la fortuna de don Carlos, tiene que preciarse como cualquier primer cuadro de Primer Mundo; era indispensable arrancar a la pelusa un patrimonio que no supo aprovechar.

El Centro, que se presume “in”, “light”, “fashion”, aun no alcanza su tope de rentabilidad, pero cuando eso suceda y salgan a relucir los acuerdos siniestros entre la grilla y el capital, entonces sería pertinente que a los habitantes de la ciudad nos dieron una medalla por pendejos ante la subasta cínica de un espacio fundamental en la composición de la memoria colectiva.

No, no es culpa del empresario, sino de los tacuaritas que cambian el oro por la baratijas.

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