lunes, 10 de octubre de 2011

EL DODO DICE: CUERNOS A LOS TOROS

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

Sea cual sea la decisión normativa que se tome, la postura del empresario de la Plaza México, Rafael Herrerías, es una: las corridas de toros no son negociables.

La iniciativa que pretende echar adelante el Partido Verde Ecologista (PVEM), con apoyo del Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido de la Revolución Democrática (PRD), para reformar la Ley para la Celebración de Espectáculos Públicos en el Distrito Federal, a efecto de prohibir las corridas de toros a partir de enero de 2012, enciende las pasiones, tanto de los aficionados a la fiesta brava como de los defensores a ultranza de los derechos de los animales.

“No por un tonto que dice cosas nos van a quitar la fiesta brava, tendrá que discutirlo y pasar sobre mi cadáver”, señala el mandamás de la segunda plaza más importante del mundo, al referirse a Cristian Vargas (conocido como El Diputado Porro), uno de los legisladores que pugna por la enmienda.

“Si hubiera necesidad de llegar a lo que sea, yo me puedo gastar mi patrimonio, me puedo gastar mi vida para defender mi trabajo y el de muchísima gente, más el entretenimiento que esto genera”, agrega Herrerías, quien diera a conocer la tarde del 5 de octubre de 2011, el elenco de toreros y ganaderías para la Temporada Grande 2011-12, una campaña que domingo a domingo es fuente de numerosos empleos y que quedaría trunca en caso de aprobarse la reforma.

“Es una industria. La Plaza México genera en Temporada Grande, por corrida, más o menos mil 200 empleos directos, más todos los indirectos, hay toda una economía en torno”, explica el empresario.

Al tanto de las tentativas legales, como el predictamen pendiente ante la Comisión de Administración Pública local para ser discutido y votado, la amenaza de una eventual prohibición no preocupa a Herrerías, cuya administración está lista para arrancar la Temporada Grande sin problemas ni temores en el supuesto de que se aprobara la modificación a los estatutos locales [sobre la fiesta].

“Por supuesto, eso lo digo claramente”, espeta el mandamás de la Monumental de Insurgentes y asegura que el medio taurino no permanecerá de brazos cruzados frente al intento de enmienda que encabeza Norberto Ascencio Solís Cruz, diputado plurinominal del Partido Verde Ecologista, bajo el sustento de que las corridas de toros se basan en el sufrimiento al que se somete a un ser vivo hasta provocarle la muerte.

“No creo que sean todos los legisladores”, advierte Herrerías. “Es uno que anda ahí un poco fuera de onda; estamos investigando su procedencia, sus asistencias a la Asamblea y todo eso. Es decir, usan un rollo político para darse a conocer, porque no los conoce nadie; entonces, no le veo ningún problema, el México taurino es impresionante, que dé pruebas suficientes para que lo tomen en cuenta”, comenta el empresario, quien, por otro lado, puso fin a la Temporada Chica el domingo 9 de octubre de 2011.

Muy atrás quedaron las controversias públicas y privadas alrededor de la peculiar conducta del señor Herrerías, quien se ha caracterizado precisamente por su intolerancia a cualquier postura distinta al interés personal.

Atrás descansan los pleitos casados con colegas, reporteros y aficionados. De pronto, se envolvió en el capote y se puso al alcance de las causas perdidas. No obstante, llama a la pregunta la seguridad de que las corridas seguirán, como si el parecer del resto de la ciudadanía no aficionada fuera mera retórica despreciable.

Retomando una declaración de Manolo Arruza, que fuera presidente de la Asociación de Matadores y Novilleros, e hijo de Carlos Arruza, quien también fuera matador, la historia de este espectáculo, que ha evolucionado a lo largo de los siglos, se remonta a 1535, cuando se realiza la primera corrida de toros en México. En ese entonces “trajeron todo tipo de ganado vacuno, lanar, porcino; Juan Gutiérrez Altamirano, que era primo hermano de Hernán Cortés, trajo aparte de caballos una selección de toros bravos, una raza navarra, y las primeras corridas que se celebran son de 1535, se dieron con el virrey Antonio de Mendoza y el propio Hernán Cortés. Se corrían los toros a caballo, se alanceaban los toros”.

Con siglos detrás, la tradición taurina de México ahora se prepara para enfrentar otro exigencia de democrática real: el parecer de los contrarios, y el debate va para largo.

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