martes, 2 de agosto de 2011

EL COCOTAZO: HOMICIDIOS EN MÉXICO, DATOS Y DECISIONES

POR.- RAúL GÓMEZ MIGUEL

Tomando los datos con pinzas y considerando que desde origen pueden estar viciados, en 2010 se registraron 24 mil 374 homicidios en México, es decir, 66.8 cada día, informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Una cuenta fría y representativa del costo humano que significa la guerra calderonista contra el crimen organizado.

De acuerdo con el reporte del instituto, que contiene información de 4 mil 900 oficialías del registro civil y mil 150 agencias del Ministerio Público, estos crímenes crecieron 23.1 por ciento el año pasado respecto a 2009.

Un reflejo exacto de la escalada de destrucción y violencia que rebasó la disputa por la Nación, en un horizonte brumoso y cerrado al entendimiento real de la ciudadanía. El gobierno federal exige un sacrificio que, por supuesto, no es equitativo. Mientras los señores del poder y sus protegidos gozan de cuadros de seguridad, la gente de a pie sólo le apuesta a la suerte que “hoy no me toque”.

En cinco entidades federativas se reportó prácticamente la mitad de estos delitos ocurridos en el país, con 12 mil 516 homicidios; 51.3 por ciento del total.

Chihuahua tuvo 4 mil 747; Sinaloa, 2 mil 505; Estado de México, 2 mil 96; Guerrero, mil 629, y Baja California, mil 539.

Sin embargo, la situación se recrudeció en otras entidades, donde su tasa anual aumentó.

Tamaulipas registró el año pasado 970, cuando en 2009 la cifra era de 315, es decir, su número se triplicó.

Le secundó Nuevo León, que en 2009 tuvo 343 muertes y para 2010 el número ascendió a 994, es decir, un incremento de 189 por ciento.

Nayarit, Colima, Morelos, San Luis Potosí y Coahuila fueron otros estados donde se disparó de manera sustancial la tasa de homicidios.

Aquí están los números, o los casos sabidos.

Desgraciadamente, a pesar de la estela de muerte, el Gobierno Federal y los Estados persisten en convertir un asunto de interés nacional, en otra arena de estúpida grilla proselitista.

Las relaciones entre la Secretaría de Seguridad Pública Nacional y el alcalde de Ciudad Juárez, emblema trágico de la guerra calderonista, volvieron a tensarse luego de que el pasado lunes 25 de julio de 2011 agentes de la Policía Federal (PF) dispararon contra la camioneta del secretario de seguridad pública local, Julián Leyzaola. Los elementos de la PF aseguran que el funcionario local violó los protocolos de seguridad e intentó ingresar a una zona de máximo riesgo cuando se desarrollaba una presunta fuga de reos de un penal municipal, que culminó con la muerte de 17 internos. Leyzaola aseguró que los agentes intentaron asesinarlo.

En una agresiva respuesta, el secretariado ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) anunció que suspenderá la entrega de recursos públicos para ese municipio por incumplimiento en las reglas de operación del Subsidio para la Seguridad Pública en los Municipios (SUBSEMUN), debido a que las autoridades de esa ciudad fronteriza no han cumplido con los requisitos establecidos para 2010.

El incumplimiento, según la burocracia, es en el reporte de los avances respecto a los rubros de adopción del modelo policial, homologación salarial e implementación del servicio profesional de carrera policial.

Ciudad Juárez recibió este año la primera ministración de 38 millones de pesos como parte del SUBSEMUN, pero le fueron suspendidas las siguientes dos partidas, que harían un total de 95 millones de pesos, hasta que cumpla con los compromisos del año pasado.

Además de Ciudad Juárez otros 174 municipios podrían ser sujetos a esta suspensión de recursos, pues están por vencerse sus plazos para cumplir con las reglas de entrega de recursos destinados a la seguridad pública durante 2010.

El SUBSEMUN es una aportación financiera que el gobierno federal destina a municipios y delegaciones del Distrito Federal para fortalecer el desempeño de los cuerpos de seguridad pública, para su profesionalización, compra de equipamiento (chalecos, patrullas, entre otros), así como para mejoramiento de infraestructura.

Y en medio de la desolación, queda el imperturbable pueblo que, a pesar de los delirios de los poderosos sexenales, va jalando los restos de los caídos.

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