BY THE RIVERSIDE: ¿Y QUIÉN VA A DEVOLVERLES LA VIDA?

POR: LAURA SOFÍA MEJÍA VERGARA

La violencia en nuestro país se ha convertido en un tema recurrente en los noticieros e incluso, es asunto de conversación entre la sociedad. Cual bomba de tiempo, la ingobernabilidad día a día va en incremento, ello por cuestiones de narcotráfico y de la lucha contra éste, pero ¿es en los únicos niveles donde vemos al crimen organizado?

Desdichadamente, los medios de comunicación se han empeñado en centrarse sólo en aquello que en discurso el presidente Felipe Calderón dijo que combatiría: Violencia, inseguridad, drogadicción, muerte de civiles, falta de oportunidad, etc., esto más bien huele a la lucha de un territorio entre el más fuerte y el más débil.

De igual forma, y al paso del tiempo, se observa un alto nivel de violencia –por cierto nunca antes visto en México-, y aún así continúan los comerciales de Vive México para promover el turismo, o en su caso, hacer una fuerte inversión económica para los jóvenes que Ni estudian, Ni trabajan (NiNis), cuando la única y verdadera solución es la educación.

Uno de los miles ejemplos que tiene el país por violencia, ha sido precisamente San Juan del Río, quien a través de su población no ha olvidado -que a casi dos años del asesinato de María Dolores Ruíz Bañuelos y Alfonso Carretero Morales, alumna y profesor del Instituto Tecnológico de la entidad-, fueron abatidos en Nayarit luego de que un joven de tan sólo 18 años, disparó en su contra sólo porque le fue negada la entrada a un Antro al encontrase en estado inconveniente.

Es lamentable que las dos víctimas -quienes en vida fueron apreciados por compañeros, amigos y familiares- sólo queden en la creciente estadística nacional de muertos por imprudencia; indigna y duele tanto cuando en homenajes póstumos, uno de ellos realizado en el Centro Cultural y de Convenciones de la entidad (CECUCO), se reúnan los allegados para recordar y seguir sintiendo tanta impotencia.

¿Se detuvo al culpable? Sí pero, de qué le sirve a las familias afectadas una pena de cárcel si eso no les va a devolver la vida de sus seres amados.

Hasta hoy, los padres de Lolis -como todos la conocían-, simplemente no se resignan a su pérdida. Es una condena que una joven llena de vida, alegre, comprometida con su trabajo, familia y con la vida misma, haya truncado sus anhelos, sueños y aspiraciones. Sólo queda llevarle flores a su tumba y seguir derramando lágrimas.

La otra cara, lo que sólo dejó su muerte, es la cancelación de un evento anual de competencia entre Institutos Tecnológicos del país en danza folklórica, como si Después del niño ahogado pudieran tapar el pozo, ello pensando en que pueden evitar futuros "accidentes-muertes”.

Ya no podemos regresar el tiempo y menos, evitar la muerte no sólo de estas dos personas, sino de las múltiples que se han registrado en diferentes puntos del país, porque ellos sin estar involucrados con la delincuencia, hoy simplemente dejaron de existir.

Tampoco se trata de mantenernos encerrados todo el tiempo; lo justo, lo necesario y lo urgente es cambiar no sólo el sistema de justicia que realmente castigue a los culpables con penas más grandes, sino prevenir e invertir en educación para ofrecer oportunidades a los jóvenes, hoy dedicados a la delincuencia, y con ello, darle un giro a la violencia que día con día se incrementa, ¡Ya basta de tantas muertes!