jueves, 16 de septiembre de 2010

APUNTES: UNA QUE MUERDE EL POLVO

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

Veinticuatro días después del asesinato de 72 migrantes de distintas nacionalidades, en un rancho de San Fernando, Tamaulipas, Cecilia Romero Castillo fue renunciada como titular del Instituto Nacional de Migración (INM).

Ejemplo de la voluntad absurda del presidente Felipe Calderón, la exfuncionaria arribó a la “chamba” en 2006, a pesar de haber cursado una licenciatura en una universidad privada, con un simple título de secretaria ejecutiva, pero eso así, ultra recomendada por Calderón y señora.

Cecilia Romero trabajó con los secretarios de Gobernación: Francisco Ramírez Acuña, Juan Camilo Mouriño, Fernando Gómez Mont, y tres meses bajo la gestión de Francisco Blake Mora.

Pese a las fuertes críticas y observaciones en cuanto al desempeño del Instituto Nacional de Migración, la señora se comportaba como una verdadera “intocable”. Todavía se recuerda su declaración “Me siento contenta, entusiasmada, apasionada por mi trabajo en favor de los migrantes —documentados e indocumentados— y la búsqueda de un servicio de calidad [...] Dejaré el cargo el día que el Presidente y el secretario lo pidan […] pero esperaría poder servir a México hasta el último día de esta administración si Dios, el Presidente y el secretario así lo quieren”.

Por supuesto, Dios no estaba preocupado por este tipo de persona, así que por órdenes directas del Felipe Calderón, luego de un par de reuniones en Los Pinos y en la Secretaría de Gobernación, celebradas el lunes pasado, Cecilia Romero fue notificada de que ya no continuaría en el cargo al que llegó el 6 de diciembre de 2006.

Apechugando la caída en desgracia, la exfuncionaria se despidió en una carta, enviada a unos 4 mil 200 servidores públicos que laboran en el INM, agradeciendo el trabajo, saludo, apoyo y sonrisa de todos, y los exhortó a seguir adelante porque, afirmó, la labor realizada por ese instituto no es una moda ni parte de una época, sino de una institución que perdura por encima de las personas.

Atrás quedaron los días en que se negaba a hacer público su patrimonio o no atendía las recomendaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, cuando denunció que en el periodo comprendido entre septiembre de 2008 y febrero de 2009, tenía documentados los secuestros de 9 mil 758 migrantes, unos mil 600 al mes o más de 50 por día.

En una demostración completa de ineptitud y cinismo puro la señora tuvo la “puntada” de afirmar que: “el turismo sexual, tráfico de personas, comercio de mujeres, redes de pederastia, plagio y violencia contra miles de migrantes son males de la humanidad que México no puede erradicar”.

Si tal era su certeza por qué seguía cobrando.

Romero actuaba sabiendo que la protección del Presidente era infinita, hasta que se destapó la tragedia de Tamaulipas, el país se enredó en una crisis diplomática y el cuestionamiento mundial a la garantía de seguridad del calderonismo, empujaron al “padrino” a desconocer a la protegida y aventarla a los perros.

Sin embargo, la renuncia no es tan perjudicial a causa que el Senado condenó el homicidio de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas, y solicitó su comparecencia, trámite que ahora deberá responder su relevo en el cargo, y que probablemente no tendrá ni una idea peregrina en el asunto.

De esta forma, Calderón sale menos golpeado y mete en zona de seguridad a Cecilia Romero quien, como las gallinas, destrozado el huevo ni quien la pele.

Otro “curita” incapaz de detener la sangría de la Patria.

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