viernes, 24 de septiembre de 2010

AD: BLOCKBUSTER

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

En cualquier momento, la mayor compañía de rentas de videos en el mundo, Blockbuster se declarará en quiebra, dentro de los Estados Unidos, y pondrá en marcha un plan de bancarrota para tratar de rascarle a lo perdido algo.

La razón básica de este fracaso es que como todo mastodonte tardó en reaccionar a los cambios integrales del mercado y a la desleal competencia de la piratería y el acceso por computadora a las películas.

El déficit de la empresa es de más de 900 millones de dólares. En el primer semestre de 2010, el reporte de pérdidas netas fue de 136 millones de dólares con respecto a los 15 millones que se registraron en el mismo periodo el año pasado.

El desmoronamiento ocurre como una serie advertencia para la industria del entretenimiento al no ponerse de acuerdo con medidas efectivas a favor de una comercialización positiva de sus productos mientras la tecnología y otras alternativas sui generis de mercadotecnia se quedan con el pastel.

Blockbuster, en su momento uno de las franquicias exitosas globales, tendrá que cumplirle a los deudores, cerrar establecimientos y procurar un desmantelamiento gradual de su manera de hacer negocio.

La recapitalización es posible, siempre que las instituciones públicas y privadas la permitan, pero con 5 mil 800 establecimientos el escenario no deja de ser un espejismo.

Dentro de la legalidad, Netflix, una firma especializada en la renta de películas por correo e Internet, o Redbox, que renta películas a un dólar a través de máquinas automatizadas, pone en entredicho la vigencia de la fórmula de Blockbuster en la renta de videos.

Aun las patadas de ahogado de Blockbuster en el campo de la Red no reportan una posibilidad de crecimiento atractivo.

En México, la realidad de Blockbuster no es diferente. La piratería, el bajo poder adquisitivo de la gente y las limitantes de su catálogo a ofrecer, mueven a los consumidores en su contra, sin enumerar las condiciones laborales de los empleados, la merma de la calidad de servicio y una anarquía en los precios, basados en criterios zonales que, invariablemente, pegan a los que sirven.

La caída de Blockbuster termina con un molde de empresa que cae en desuso de manera acelerada. Es un hecho que los días que corren, la competitividad de las empresas no es sólo mantenerse vigentes, sino reacomodarse de inmediato ante cualquier viraje de las circunstancias y encontrar en los nichos tecnológicos oportunidades de negocios a explotar, de lo contrario, la rigidez de la estructura sólo garantiza la memoria de un notable que ha pasado de moda.

El caso de Blockbuster no será el único y dará duras lecciones de fracaso gerencial, que en la inventiva adecuada pueden ser la diferencia entre seguir en el juego o retirarse a las vitrinas de la gloria.

Esperaremos el remate.

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