martes, 20 de julio de 2010

SINSEN: SIN LEY, SIN GOBIERNO Y SIN VERGÜENZA

POR.- ROLANDO GARRIDO ROMO

Eso es lo que no tienen nuestros gobernantes, los oligarcas de este país, los “sabios” que opinan en los medios (la comentocracia): vergüenza.

Un país con los niveles de desigualdad, miseria y marginación como el nuestro, en donde según cifras oficiales el 50% de la población está en la pobreza; pero cifras más realistas de la ONU y organismos multilaterales ubican el nivel de pobreza en el 70% de la población; en donde sexenio tras sexenio se sufren crisis económicas brutales, que proletarizan a las clases medias, hunden aún más a las clases bajas, y llevan a límites inhumanos a los más pobres de los pobres; mientras los funcionarios públicos se aumentan desaforadamente sus sueldos y prestaciones (entre 100 mil y 150 mil pesos al mes de directores generales para arriba; más bonos de fin de año, comidas y viajes “de trabajo”, choferes , guaruras, gastos médicos mayores y otras prestaciones incluidas); y nuestros venerables ministros de la corte ganan sumas estratosféricas (más de medio millón de pesos al mes), así como los próceres de la democracia del IFE, o los defensores de los derechos humanos en la CNDH con sueldos de escándalo; y mejor paremos de contar.

¿Cómo pretenden que la población de a pie, la común y corriente, que gana sueldos mínimos que apenas llegan a los dos mil pesos al mes, no busque opciones para salir de la miseria, de un presente desolador y un futuro aún peor?

Si llega una propuesta para servir al crimen organizado (para llevar droga al otro lado, tragándose paquetes llenos de cocaína o escondiendo la marihuana en compartimientos ocultos en vehículos o camiones; o para convertirse en sicarios o en lo que gusten y manden los señores del narcotráfico) a cambio de 5, 10 o 20 veces más de lo que ganarán en un año, es lógico que más y más personas estén dispuestas a arriesgar la vida y la libertad (de ellos y de sus familias) para evitar una vida llena de privaciones y sinsabores.

¿Qué le ofrece la clase gobernante, del partido que sea, a nuestra juventud? Estudia en universidades públicas (si es que llegas), porque seguramente no te alcanza para pagar la mayoría de las privadas; titúlate, si puedes y sal a buscar trabajo de vendedor, burócrata de segunda (en el mejor de los casos), empleado de un local de fast food o subempleado en la economía informal; pero eso sí, aspira a tener un Mercedes, vivir en Polanco y vestir ropa de marca. ¿Cómo concilia el joven su realidad con las aspiraciones ficticias que le venden todos los días los medios de comunicación, la industria de los sueños (literalmente) de Hollywood y una sociedad alienada y mercantilizada de un país subdesarrollado como el nuestro?

Ah, pero eso sí, convoquemos a un diálogo nacional sobre seguridad, para ver cómo seguimos llenando las cárceles de jóvenes sin futuro; cómo seguimos militarizando cada aspecto del diario vivir; cómo seguimos haciéndole el juego a los gringos, que son los que demandan insaciablemente las drogas, pero se evitan el costo de enfrentar a los cárteles del narco en su territorio.

Farsa, pura farsa de estos mercaderes de la muerte, que también se benefician del narcotráfico y del crimen organizado, pues miles de funcionarios de todo nivel protegen y participan en esas actividades ilegales (“plata o plomo”); así como miles de empresarios que trabajan para o se financian de dichas actividades; y no se diga el sistema financiero del país, que se encarga de lavar las ganancias y al mismo tiempo defraudar a millones de pequeños ahorradores, a los que les cobra tasas de interés infladas en los préstamos y tarjetas de crédito, pero paga miserias a los depositantes (cuando no los defrauda directamente con falsificaciones de firmas, clonaciones de tarjetas y otras linduras por el estilo, sin que la autoridad defienda a los afectados; antes al contrario, ellos resultan los “sospechosos”).

Y por supuesto los niveles de impunidad (del orden del 95%), son lógicos, si es que tenemos autoridades coludidas con el crimen, que alientan un sistema social y económico excluyente, depredador y explotador hasta la náusea; y que sólo defiende los intereses de los grupos de poder económico y político.

En suma, México es un país sin ley (en en todo caso es la ley del más fuerte), sin gobierno (o sólo el gobierno de los y para los cuates) y sin vergüenza.

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