miércoles, 19 de mayo de 2010

REFLEXIONES PERIODÍSTICAS: ¿EL DISCURSO DEL ODIO?

POR.- RAÚL GÓMEZ MIGUEL

A la hora de los cates nos traiciona el subconsciente o, al menos, eso le pasó al periódico El Universal, de México, que en su editorial del día de ayer, titulada “El Discurso del Odio”, tuvo una de esas resbaladas en la que enseñó los calzones ideológicos a más no poder.

“Como todo personaje público, El Jefe Diego, como lo llaman quienes le respetan dentro de su misma militancia, ha estado sujeto al escrutinio ciudadano. En su caso, quizá en mayor medida por su muy verboso carácter y su frecuente y polémica actuación. Los reflectores que han sido dirigidos hacia su desempeño forman sin duda parte saludable de nuestra cultura democrática.

Sin embargo, algo tiene de mala entraña y pésimo espíritu arrojar todo el instrumental del escrutinio sobre este hombre precisamente en estas horas, cuando aún se desconoce su paradero. Resta dignidad a quien con sus argumentos abusa de esa trágica circunstancia para verter odio, o peor aún, para incitar a la violencia.

La revisión de algunos comentarios que nuestros lectores han dejado en las páginas On Line de EL UNIVERSAL arroja a los periodistas de este medio a enfrentar un evidente dilema ético: por un lado nos felicitamos por administrar una página que goza de la visita de un amplio sector de la población, que todos los días se expresa aquí con libertad y amplitud. Del otro lado asumimos que ningún medio de comunicación que apele a los principios de la libertad y de la democracia puede pasar por alto las amenazas injustificadas contra la dignidad de las personas, los discursos de odio, ni los llamados a la violencia.

Cabe hacer explícito, ante nuestros lectores, este dilema producido por la tensión entre dos valores que nos son preciados: la libertad de expresión y el rechazo a la intolerancia. Estamos conscientes de que esta polarización entre tales principios puede resolverse si todos revisamos, con la acuciosidad que la inteligencia reclama, nuestros argumentos y razones. En estos días tan difíciles es cuando mejor debemos recordar que el respeto al dolor ajeno es un axioma fundacional de nuestra humanidad”.


Quienes hemos decidido abrir espacios de expresión pública y aceptamos la retroalimentación de uno o varios lectores sabemos a lo que nos arriesgamos; desde el aplauso hasta la grosería, sin embargo, es parte del juego de saberse en el circuito de la comunicación.

Una tribuna abierta es precisamente un lugar donde ventilar ideas; unas demasiado estúpidas y otras brillantes entre una media de comentarios válidos.

EL UNIVERSAL olvida que la democracia que sustenta es precisamente eso: la diversidad de pensamiento, aun en casos que calan hondo en los intereses de la empresa. ¿No es esa la finalidad suprema de informar: la generación de criterios?

En consecuencia exagerar la reacción, gústenos o no, de una población cansada de la soberbia de una casta de intocables y los atropellos que sufre en aras de cuotas de exclusividad inmorales bajo la luz de la ética y el derecho, no es alentar el “discurso del odio”, es poner en claro que la suerte corre Diego Fernández es simplemente una consecuencia de sus actos reprobables, que han contribuido al colapso de la nación.

La ciudadanía no está orillada a expresar sentimientos que no le nacen. Por ende, atraer los conceptos de libertad de expresión y de intolerancia está fuera del lugar. Cada cual es libre de asumir una comunión o no, con quien desee. Del mismo modo que unos hacen misas para el regreso de Diego Fernández, otro ruegan para que no sea así. Sus razones tendrán y son decisiones personales.

Honestamente, en el texto advertimos un propósito melodramático para suavizar los mensajes de los lectores y empezar a darle un olor a santidad al diablo. Cevallos y compañía tienen pendiente un juicio con la Historia y en el no se necesita ser ave de mal agüero para conocer el veredicto.

No confundamos, la respuesta inmediata popular con un juicio sumario, en otros casos, la gente decidió unirse en una causa, en una protesta, en la desaparición de Diego Fernández se reflejó la animadversión de las bases con las cúpulas que las han destrozado, y eso va muy lejos a la simple maldición por escrito.

El desprecio al dolor ajeno es una cualidad indispensable en el club de los selectos, entonces no pidan la compasión que jamás han tenido.

2 comentarios:

Emir el CUYO dijo...

Qué va a pasar de aqui a un mes, en el cual seguramente no aparecera el "Jefe Diego", ¿La Procu saldra a decir que no mas anda de parranda? y se volverá a hacer pato asi como en el caso de la encamada del Estado de México

Héctor Márquez dijo...

Lo grave de la autocensura es que no sólo el Universal la arropa. Es ridículo cerrar, como hiciera la editorial de Televisa, el flujo de información cuando ésta no sólo representa una venta segura en términos de rating sino que se trata de un tema de interés popular, de la seguridad del país, de señalar los hechos que han sido aristas sensibles de señalar para el cículo rojo. Creo que como ciudadanos nos merecemos un poco más, pero hoy hay un escudo "el respeto a la familia Cevallos" ¿Acaso hubo un respeto para la hermana de Paulette, para la familia del linchado en EDOMEX o para las víctimas de descuartización en Acapulco, Morelia, Sinaloa?

FUCK THEM!