viernes, 18 de diciembre de 2009

MALA LECHE: MATAN AL JEFE DE LOS PRÓXIMOS JEFES

La muerte de Arturo Beltrán Leyva, apodado El Barbas, de 48 años y nacido en Badiraguato, Sinaloa, a manos de las fuerzas especiales de la Armada de México, concluye otro capítulo de la guerra gubernamental contra el narcotráfico, y le da a los responsables un respiro mediático para eludir las fuertes protestas por el número de muertos acumulado en largos meses de resultados oscilantes.

Arturo era hermano de Héctor Alfredo Beltrán Leyva “El Mochomo”; enemigo jurado de Joaquín “El Chapo” Guzmán, y en teoría uno de los pocos narcotraficantes capaz de unir a los Zetas con el Cartel de Juárez.

Buscando en Estados Unidos y en México, esta finísima persona, antes que los reflectores le cayeran y cometiera la terrible ofensa de llamar la atención, hacía cuanto se le ocurriera precisamente por la fuerza concedida por el bajo perfil. Tan pronto como empezó a ser una “estrella funesta” de las secciones policíacas y ordenó la muerte de Édgar Millán Gómez, coordinador de Seguridad Regional de la Policía Federal, en Morelos, ocurrida en la casa del agente en la colonia Guerrero, del Distrito Federal, fue marcado fatalmente.

El anuncio del fallecimiento de “El barbas”, ocurrida el miércoles 16 de diciembre de 2009, fue cubierto por la prensa local e internacional.

El problema ahora es que con la desaparición de Arturo Beltrán Leyva, no faltará el surgimiento violento de un relevo para quedarse con las plazas ganadas por el del delincuente, repitiendo el fenómeno de nunca acabar que distingue a las organizaciones criminales, que tan pronto se destruye a un grande, inician el golpeteo, al tono indispensable, para rehacerse y no perder presencia.

Por el momento, la noticia calma ciertas críticas pero insta a la reflexión. El narcotráfico esta ofreciendo una cortina de humo que ha hecho pensar, a más de uno, que se encuentra desesperado y, por ende, o se juega todas las cartas hasta el último hombre o se busca un pacto con el gobierno.

En cuanto a la primera opción, el crimen organizado abrió nuevas vías de ataques. El narcoterrorismo, aun en ciernes, podría subir de tono y efectivamente mover a la población a una protesta favorable a dejarlo en paz.

Pactar con el gobierno, o con cierto sector del gobierno y los partidos políticos, es una historia vieja. Desplegando el mapa de operaciones realizadas es curioso el detenimiento con que se rodea ciertas regiones y como en otras ni el viento es molestado. Como si la estrategia estuviera supeditada a objetivos desconocidos, pero poderosos en el trazo del hostigamiento.

Aunque la temporada navideña, según la publicidad y la mercadotecnia, es una época de reencuentros, paz y armonía, veremos las reacciones del hampa ante el vacío de poder, abierto en un lujoso condominio de Cuernavaca, Morelos, y con el cuerpo inerte de un capo mayor.

La apertura de una oficina conjunta con un grupo de 70 funcionarios mexicanos y de Estados Unidos, la primera oficina binacional de la Iniciativa Mérida, en la que se trabajará en el diseño de las estrategias de combate al narcotráfico y el crimen organizado, es una respuesta cabal, esperamos, a las demandas de México para acelerar la reciprocidad de los Estados Unidos y encarar al limón esta desgracia.

Las instalaciones se ubicarán el Distrito Federal y, por si las dudas, Keith Mines, jefe de la Unidad de Apoyo Antinarcóticos de la embajada de EU en México, sostuvo que no existen operativos estadounidenses en el país y que sus asesores trabajan con sus pares mexicanos en el intercambio de información, elaboración de proyectos y nada más

De esta forma se sobreentiende que México seguirá aportando la sangre y los Estados Unidos, las porras y las bastoneras. ¡Valiente guasa!

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