jueves, 1 de octubre de 2009

MALA LECHE: UN CONGRESO PACTADO

El Congreso se ha repartido el poder de acuerdo a negociaciones previas y salidas de último momento. El reciclaje y el evidente pago de favores son los criterios de selección para el acomodo de los Partidos y sus caciques.

La tendencia es peligrosa en cuanto a la cantadísima alianza del Partido Revolucionario Institucional y el Partido Acción Nacional para la construcción de una alternancia a la mexicana y a los fracasos inherentes de juntar dos fuerzas políticas híbridas en cuanto al origen histórico e ideológico.

Sin preocuparse por apariencias, el pragmatismo político se impuso y el seguimiento fiel a la estrategia del enemigo de mi enemigo es mi amigo, lograron conformar un instituto legislativo dirigido al 2012 y, eventualmente, a resolver contingencias peligrosas en la descalificación por la Grande.

Con esta alianza siniestra, el gran perdedor, por todos sabido, es el Partido de la Revolución Democrática reducido a un convidado de piedra en el festín de los filetes. Dividido y vilipendiado en la esperanza de una recuperación milagrosa o una muerte digna, el baluarte de la causas perdidas solamente podrá pelear en condiciones mínimas de alcance. El aseguramiento, desde San Lázaro, de una supervisión panista a la Ciudad de México obliga a pensar en tres años difíciles para los habitantes y las autoridades dependientes de la línea de Felipe Calderón para recuperar el Distrito Federal o ponérselo en bandeja de plata a los priístas.

En esta ubicación de bandos, el análisis del III Informe de Gobierno del Presidente Calderón será terso y discreto, como la comparecencia de la responsable de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, quien lejos de haber sido reprobada por inútil en el campo de su responsabilidad, sólo se llevó unos raspones y un sellito de floja en el cuaderno. Por esa tónica irán las apariciones de los Secretarios de Estado, a menos de cierta cobertura de apariencias.

La propuesta federal del incremento del 2% al consumo básico está quemando las últimas naves. Es impensable, por el momento, amargarle a los ciudadanos la ya devaluada autoestima y los representantes del pueblo, menos los de la aristocracia, mantienen una posición absoluta al respecto. Eso no quiere decir, una negación total a otras opciones de martirio menos sangrientas e impopulares.

Instalados en la burbuja del fuero y de la praxis política, los congresistas ordenan la agenda, omitiendo causas urgentes, susceptibles de complicar la negociación de cargos adicionales y una merma en la imagen compacta de los verdaderos ganadores de la elección.

Enfermedades, seguridad o muertes, en esta temporada tendrán un congelamiento forzoso, precisamente, por la capacidad inherente de los problemas a dividir consensos. En breve, el Poder Legislativo regresará a la misma flexibilidad tramposa, guardando ímpetu para los rompimientos futuros a causa del presupuesto y la directriz de la mayoría priísta.

Todo está muy bonito, pero los Senadores y los Diputados están planeando en el aire. México no está bien y las autoridades cierran los ojos a propósito para no ver la dimensión real del desastre integral de su seudo legalidad, pues, la legimitidad, es decir, el apoyo real del electorado es una mentira para los abanderados metidos por la puerta de atrás.

El nuevo Congreso no tiene todas consigo y ese es precisamente el primer punto de acuerdo indispensable a tratar, de lo contrario, la presión institucional irá de mal en peor.

El pueblo se empieza a mover y puede encontrarle el gusto.

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