martes, 8 de septiembre de 2009

MALA LECHE: A CORRER

Y renunciaron a los titulares de la Procuraduría General de la República, Petróleos Mexicanos y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, para poner a otros destacados allegados al Ejecutivo en una franca determinación de relleno antes de corrección de rumbo. Las trayectorias de los nuevos Secretarios son iguales de aceptables y susceptibles de no asegurar nada. Otros rostros y las mismas madres. Escucharemos al Senado y al Congreso aceptar o rechazar este tibio intento de acercamiento del Estado.

En eso de decidir a quien le dan crank, el Gobierno Federal determinó darle una manita de gato al directorio, fusionar dos o tres Secretarías y mover titulares previendo una estrategia menos débil en el ámbito económico. El problema está en las pocas cartas efectivas para aventar en ese crucial ámbito. Quizás haya planes, pero se carece del personal adecuado.

En esa línea, bien bonito estuvo el programa de televisión abierta del Presidente Calderón al estilo de los talk shows sudamericanos. El público aletargado y las respuestas oficiales tipo “Deje de sufrir y cáigase con el varo”. Los DODOS aplaudimos la capacidad del guionista para entretener al respetable con el truco de la calaverita, movida con un chicle mascado y un pelo. Este tipo de espectáculos es necesario en el ánimo del pueblo, después del triunfo futbolístico de México sobre Costa Rica y la cruda correspondiente, nada mejor para tranquilizar el alma y quedarse dormido. A lo mejor por ahí va la función del Ejecutivo: arrullar al país con cuentos de hadas y príncipes valientes.

La gran estrella del mes es “Juanito”, la creación grillera de Manuel López Obrador, reacio a soltar el hueso y coqueto para recibir respaldos hasta del PAN, con tal de no bajarse del cargo y hacerle pasar al Peje uno de esos momentos kodak de torpeza mayúscula. El mentado “Juanito” salió toda una fichita en cuanto a lealtad, honor y obediencia a sus mayores, ventilando a Manuelito como ejemplo casi bíblico de crear cuervos. Los grillos profesionales están felices con el numerito y hasta están pensando en lanzar al mercado unas marionetas al estilo del ex vendedor ambulante para darle sabor a la insípida polaca en turno.

En el reparto de culpas, es turno de los jóvenes mexicanos desperdiciados por la explotación capitalista. Sustentan los expertos, la poca rentabilidad de los muchachos para sacar a la industria del hoyo. Son tantos y no hacen nada. Los tenemos metidos en múltiples distractores y no retribuyen en peso económico. Las empresas deberían meditar en cómo sacarles provecho y no andar poniéndose moños con experiencia de tres a seis años, masters en el extranjero, excelente presentación, cinco idiomas y jaladas por el estilo para ponerlos detrás de una parrilla haciendo hamburguesa o trepados en una mini moto repartiendo pizzas.

Honestamente, la inclusión de la juventud en el ámbito laboral serio también se aplicaría a los adultos maduros y mayores rechazados por los negocios a causa de la edad. Si los chamacos son ímpetu, entusiasmo, creatividad y fuerza; la momiza tiene experiencia, habilidades probadas, lealtades y valores productivos leales, cuya conjunción en sus sucesores podría integrarnos como un pueblo eficaz.

No obstante, en los extremos, las empresa sólo velan a su santo y desean la ganancia rápida. Los reclutadores se van por una serie de requisitos improbables y la fuerza laboral se pierde en chambas de raquítico salario y limitadas oportunidades de crecimiento. No se trata de colgarle a la iniciativa privada la medalla de beneficencia, sino de convencerla a la modernización de pensamiento y proyección empresarial, donde el valor agregado del capital sea las cualidades de los empleados sin importar edad o sexo.

México es una nación de jóvenes frustrados y de adultos desechables en un momento histórico demandante de todas las fuerzas disponibles para salir adelante.
Sin embargo, esta determinación implicaría una revuelta de cuello blanco impensable en las estructuras monolíticas de la industria hechas para enriquecerse aun a costa de su propia vida.

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