miércoles, 1 de julio de 2009

A TÍTULO PERSONAL: HONDURAS Y LA POLÍTICA EXTERIOR NORTEAMERICANA

Por: Raúl Gómez Miguel

El golpe de Estado en Honduras es la primera prueba fuerte para la política exterior estadounidense en la era del presidente Obama.

La línea adoptada por la Casa Blanca es simple: el acto es ilegal, la condena verbal y usar a la Organización de Estados Americanos como un caballito de batalla unificado en el rechazo y en un eventual bloqueo económico.

México, a su vez, retira embajador y declara el respaldo al Derecho Internacional. No desea mayores problemas a los pendientes.

Venezuela, en la doble cara, critica en el foro internacional y, por debajo, continúa extendiendo la locura de la “revolución” bolivariana.

La impugnación a los golpistas es unánime en el continente pero, efectivamente, la diplomacia no mueve un dedo, aguarda la voz dura de Washington y el alarde de un ultimátum al estilo conservador.

Mas Obama y los intereses mundiales de la potencia están atentos a otros continentes y no es de extrañar un sacrificio de una nación pequeña por no presionar o abrir un nuevo frente de caos insostenible dentro del discurso pacifista del partido demócrata.

Los acercamientos del presidente de los Estados Unidos a su aparente zona de influencia, fueron tibios, distantes y matizados por la obligación y no el convencimiento.

Se esperaría una respuesta clara para evitar futuros incidentes y empezar a ordenar el carnaval siniestro y retardatario de Bolivia, Ecuador y el mismo régimen de Chávez.

Sin embargo, Estados Unidos no está tentado a meterse en una disyuntiva intervensionista o antigolpista activa, dejando a las fuerzas caóticas del resto de América la resolución soberana de las contingencias.

En tanto, Honduras recorre la vía rápida del enfrentamiento interno con el saldo trágico esperado.

No se trata de darle la razón a un bando, simplemente de ser congruentes en el sustento de la democracia universal. No es impulsando el regreso del presidente depuesto, ni avalando un nombramiento impuesto; es afrontar la rebelión en los canales soberanos de la ley y la voluntad del pueblo.

En los años de Bush, la política exterior estuvo dominada por las oportunidades de negocio y el perfil oscuro de sus patrocinadores.

En la incipiente administración Obama, la estrategia en las relaciones exteriores es el repliegue y la cautela de no molestar a nadie. Dejar hacer, dejar pasar.

Gran parte del éxito de la agitación vecinal propagada por Hugo Chávez se debe a la permisividad de los Estados Unidos y no al carisma o a las afortunadas propuestas del engendro venezolano, quién aventaba sapos y serpientes cubiertos de nacionalismo y en la clandestinidad mantenía una sana cadena de negocios con los forajidos de los Bush.

Hoy, en Honduras, se medirá la visión y el poder real de los Estados Unidos en la región y lo consignado influirá, de menos, en los próximos cuatro años.

Sólo le recordamos al residente de la Casa Blanca: la actitud de nuestros países acostumbrados a calar al gobernante del imperio por el dominio real de sus actos, y Honduras puede ser la primera pérdida de credibilidad y una inspiración inoportuna para concretar otras locuras teñidas de sangre.

No hay comentarios: