sábado, 27 de junio de 2009

FARFADET: LA ESPERA

Por: Abelardo Bautista Gómez

Había muerto por segunda vez. Caminé unos pasos hasta llegar ahí, las montañas parecían animales gigantes acompañados de una enorme plancha de hierba húmeda, semejante a un sueño que tuve en el que era un pájaro que surcaba entre las nubes vigilando constantemente a una mujer sin rostro.

Los sonidos de ese lugar resonaban en mis orejas, una onda de agua en un charco, el roce del pasto en mis pies, el viento en la copa de los árboles y yo, tan callado como siempre, distante del lugar donde me encontraba, esperando que apareciera, que tocara otra vez mi mano como en la primera ocasión.

De pronto, el silencio se hizo presente, podía sentir el aleteo de mi alma, estaba a punto de llegar y lo único que se ocurrió fue tomar una gran bocanada de aire.

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