sábado, 9 de mayo de 2009

MALA LECHE: A VER...

Y que empieza el despiporre: que sí, que no, que a lo mejor, que quién sabe, que yo estaba pero no así, purititas mentiras; el chiste es que el virus Ahumada movió a los resortes de la grilla nacional y le brindó a los mortales comunes y corrientes una buena opción de guión de telenovela política mejor de lo esperado.

El protagónico, sin cachetadas a lo Niurka, aceptó la responsabilidad del engaño por qué el mismo fue engañado sin saberlo, claro está. La protagónica femenina, como debe ser el melodrama, apoyó totalmente a sus hijos y al marido que con todo y lo que se dijo sigue siendo un hombre intachable (no sabemos si por que la piel ya no le alcanza o por que efectivamente es un enviado del cielo para que con índice de fuego señale la corrupción neta de una sociedad). La amante, ahora en plan de “Mudanzas”, reniega del amor que se juraron y de los besos que dieron. Los amigos no asoman mucho la cabeza, nos los vayan a encasillar en el mismo papel para futuras producciones. Los maloras y los malosos están en sus cinco y auténticamente les vale la declaración de quién sea, pues, sus decisiones patrocinan el proyecto y ni modo de patear el pesebre, al punto que uno afirmó volver a ser sus fechorías las veces que se necesiten. El invitado especial encontró rumbo para justificar sus errores de estrategia, táctica y mediano sentido común en la construcción del México que la perrada merece. El resto del elenco sólo menea la cabeza y en algunas escenas son una especie de coro griego que repite: “Sos boludo”.

La llamarada de petate también encandiló a los editorialistas de los diarios, los columnistas y los opinólogos mediáticos que al son de vamos a encuerarnos, alucinaron barato la libertad, la transparencia y la responsabilidad informativa para llegar al fondo de las declaraciones y que impere la justicia y el decoro. El consejo en estos casos es tomar el mensaje de quien viene y no atizarle al carbón húmedo que puede sacar humo y jamás prender. ¡Qué pasó compas! No que a ustedes no los engaña cualquiera o eran ligas de Ahumada.

Otro desgarriate lo impulsó la Federación Mexicana de Fútbol para mandar al carajo las posturas engreídas de sus similares sudamericanos que se pusieron finos y les salió el pedigrí con la emergencia sanitaria del país, rompiendo los compromisos pactados para diversos certámenes de la Selección Nacional y los clubes locales.

La disposición futbolera es igualita a la llamada “enérgica” de la Secretaría de Relaciones Exteriores para que nuestros pequeños “hermanos” latinoamericanos no se salgan del huacal con suspensiones de vuelos, boicot y discriminación a ciudadanos y productos mexicanos. Como si por esa zona del continente no se les apestará el caldo y no anduvieran descalzos.

En ambos casos, en plan sincero y no de merolico, los mexicanos estamos viendo en una sola dirección. ¿Se acuerdan de China?. Hum, ya no se volvió a tocar el tema y que Dios nos cuide de meternos en broncas con las potencias. Esas sí pueden opinar y deshacer, y a bajar las orejotas.

La única ventaja que vemos en el chisme del fucho es nos podemos ahorrar algunos ridículos de la decepción tricolor y encontrar nuevos estadios donde la agarren a cachetadas.

Todavía en esta madrugada de sábado, el Distrito Federal apesta a alcohol, tabaco, sexo y salivazos por las celebraciones abarrotadas de chilangos, festejando el retorno a la normalidad y el desparpajo frente a una nueva enfermedad que será la única que les tocará en vida. Juar, Juar, Juar, fuera de la capital, la cifras se incrementan y otros estados reportan casos sospechosos. No vaya siendo que el maldecido virus tenga un efecto bumerang y nos vuelva a tomar con los calzones en la mano.

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