sábado, 2 de mayo de 2009

EDITORIAL: LA INFLUENCIA DE LA INFLUENZA IX

Por: Raúl Gómez Miguel

Las repercusiones de la amplia cobertura periodística de los medios de control social están a la vista, no sólo fomentaron el terror, la histeria y la incredulidad, también infundieron una actitud racista nacional y mundial. Ser oriundo del país o vivir en la ciudad de México son causas suficientes para levantar la suspicacia de quien sea hasta de los mismos paisanos, que no por locales liberan su ancestral odio al centralismo de la capital.

Pero la grilla no muere ni anda de parranda, los partidotes están más que puestos en el arranque de las campañas proselitistas, aunque sea con recursos tecnológicos y sin los eventos pasivos (digo, masivos) que tanto disfrutan los candidotes mintiendo cara a cara, como debe ser. Sin embargo, no hay que echar a volar las campanas, la emergencia social tendrá un costo político que poco se ha medido. El electorado guarda rencor y escepticismo porque supone que se pudo hacer un extra en la contención de la enfermedad.

El Presidente, guardado en Los Pinos, sigue muy preocupado por los datos que le llevan los Secretarios de Estado y si antes de la crisis no sabía para dónde hacerse, con las proyecciones de los informados pues se ve que la mentada seguridad hogareña a él, al menos, no le está funcionando.

Marcelo Ebrard, titular del gobierno del Distrito Federal, se ha visto muy movido, robando cámara y atención a la administración federal no por ser extraordinariamente eficiente, sino por la debilidad innata de los panistas en eso de agarrar a los toros por los cuernos. Como va dio luz verde para que investigadores, académicos e instancias a su jurisdicción entren en la competencia por encontrar una vacuna contra la influenza humana. Por ganas no se escatima.

Con las prisas, senadores y diputados ignoraron acuerdos e iniciativas de ley centradas en la infancia, esa misma que no titubean en aprovechar a la hora de vender propaganda. Valiente uso “del futuro del país”.

Lo políticamente correcto es emitir declaraciones que resalten el punto de aprender en el desastre, de aceptar la lección y levantarse a pesar de ella. No hay imagen pública que se resista a predicar que en la próxima emergencia sanitaria se estará mejor preparado, rezando que no ocurra mientras dure el cargo.

Y metidos en promesas, la Iglesia católica ha puesto a los sacerdotes a cubierto y se alía con la televisión, la radio e Internet para programar misas, mandar mensajes y dispensas, e inculcar la paciencia inútil que ha hecho de esta institución la compañera perfecta de los endemoniados de traje y corbata.

¡Cincuenta pesotes! (Escribimos bien) es el monto de la ayuda prometida a los meseros que salgan raspados del cierre obligado de establecimientos. La bronca es que ni los interesados atinan a deducir cómo les llegarán los pesos, pero la noticia ahí está: cincuenta pesos de harina.

Un verdadero agasajo de morbosidad espera a los amantes el amarillismo periodístico con los programas especiales de fin de semana en los que se resumirá con las imágenes hard core apropiadas de la epidemia, aderezadas con los atinados comentarios de los terroristas de la información que usted ya conoce y de quienes desconfía.

Queda para la anécdota que fue la tienda departamental El Palacio de Hierro la única de su tipo en contar con compras on line para celebrar el día del niño. Gracias mundo por sostener las diferencias sociales al tiempo que una mujer embarazada afectada por el virus se debatía entre la vida y la muerte, falleciendo horas después.

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