viernes, 24 de abril de 2009

EDITORIAL: LA INFLUENCIA DE LA INFLUENZA

Ahora sí nos cayó el chahuistle, o al menos eso dicen las autoridades sanitarias del País; una variante mexicana del virus de la influenza ha decido acalambrar a las instituciones y la población patria y la posibilidad de que el argumento de la película española REC se vuelva real aumenta gracias a la histeria que los medios y los funcionarios desataron con no sabemos qué oscuros fines.

Los DODOS que somos abusadillos precisamente por estar al borde de la extinción aconsejamos prudencia a nuestros lectores y que no traguen completita la versión oficial del Apocalipsis y que lean entre líneas o consulten a los especialistas serios en el tema antes de comprarse sus trajes antibacteriológicos y sus máscaras de conquistador de la luna.

Hay influenza, sí. Pero soltar términos de epidemia o castigo divino es otra cosa. Para quienes vivimos el azote mexicano por el SIDA sabemos que los discursos y las caras de preocupación de los políticos son cortinas de humo y que la verdad está en una caja de seguridad.

En efecto, por desgracia, tenemos muertos, sin embargo, cualquier médico serio diría que cada muerte es diferente a pesar que la causa sea la misma; lo que queremos decir es que la influenza es el factor común mas el deceso es una suma de elementos fisiológicos particulares.

Hace algunos años, una par de DODOS de esta redacción enfermaron de influencia y a pesar que sintieron los guantes del payaso sobre sus cuellitos, la libraron sin saber lo que les había atacado hasta que alguna eminencia les explicó que habían tenido cuadros básicos de la afamada enfermedad.

Como medida preventiva, la suspensión de clases en todas las escuelas del Distrito Federal y el Estado de México es una decisión inteligente si no fuera acompañada por el periodismo sensacionalista que ha metido sus manotas en el asunto. Lejos de contribuir a procurar la reacción sensata del público, los talibanes de la comunicación se han propuesto elevar la presencia de sus negocios poniendo el dedo en la llaga e imitando el espanto de cualquier beata pueblerina a la mención de lo que está ocurriendo.

La recomendación de EL ÚLTIMO DE LOS DODOS es muy simple: no pierdan el temple, infórmense, cubran en lo posible las recomendaciones sanitarias y estén pendientes, como lo hacen todos los días, de su salud. No es el fin de la humanidad.

La preocupación pública real debe de centrarse en qué está detrás de tanto alboroto, en especial, por que ya conocemos las maniobras poco limpias de las cúpulas dirigentes y esto no vaya siendo el avance de una catástrofe ciudadana en el ancestral espíritu de los politicazos emplumados.

Los DODOS insistimos en conservar el sentido común y no salir a las calles cual plañideras bien pegadas infundiendo terror e idiotez.

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