lunes, 9 de febrero de 2009

AD: PROPAGANDA Y CATÁSTROFE

Por: Raúl Gómez Miguel

Siguiendo el circo de las elecciones intermedias de 2009, los estrategas de la propaganda política emplumada ahora se lanzan directos a la catástrofe como motivo principal para atraer al electorado.

El líder indiscutible de propagar el fin de los tiempos y el levantamiento de los muertos de sus sepulcros es don Manuelito López Obrador que ha sabido colocarse en la audiencia popular con anuncios que hacen temblar de miedo.

Por supuesto, la desaparición de México, según el tabasqueño, es el partido en el poder y el resto de organismos políticos lacayos que velan por el interés de uno y no por el colectivo.

Cual culebrón en sesenta segundos, López Obrador lleva a los posible votantes a revivir la guerra de los mundos o cualquier película de luchadores donde aparezcan los monstruos y los científicos locos.

El asunto no tendría mayor importancia si no fuera por que el “presidente legítimo” le está llegando al público meta mediante el aprovechamiento de la adversidad que tiene a México y al mundo al borde de la oscuridad económica.

En la medida en que la crisis avance, los miles de desempleados que irá aventando y las espirales inflacionarias que provocará harán de los discursos apocalípticos de Manuel López Obrador señalamientos divinos.

Lo vivido en dos elecciones presidenciales, que mucho tuvieron y tienen que ver con lo que pasa actualmente en esta desfragmentada nación, nació en la aceleración del espíritu trágico del pueblo y las invocaciones a paraísos que terminaron siendo peores infiernos.

La demagogia consiste precisamente en azuzar a las masas con ideas que las hagan reaccionar aun contra sí mismas.

Mientras los supuestos grandes de la grilla mexicana se reparten el pastel de las candidaturas, López Obrador empieza a prender el petate del muerto y a llamar a la gente a los típicos espectáculos que monta con el capital vulnerable de la miseria y de los débiles sociales.

El peligro ya está definido en un reciente trabajo periodístico de The New York Times, ese de las acciones de Carlos Slim, que subrayó que Obrador no está aniquilado políticamente y que puede regresar de las sombras a acaudillar el saldo negro que aporte la descomposición política, social y productiva del país.

Otro elemento que sí quita el sueño es que con “el peje” circulan personajes siniestros del una vez unificado Partido de la Revolución Democrática y que no se tocan el corazón para hacer de las suyas, incluso, con video grabaciones incluidas. Esa gente que es de rompe y rasga no conoce los escrúpulos ni por equivocación y son capaces de todo con tal de no bajarse de la silla. Andrés Manuel quiere abrir el infierno con todos sus diablos.

En el otro extremo de la histeria está Acción Nacional y la facción foxista que no cantan mal las rancheras y que al aullido de “viva Cristo Rey” harán exactamente lo que tanto gusta dividir y entorpecer el libre albedrío ciudadano. El cinismo de los panistas es antológico por que a pesar de promoverse como opción democrática centro derecha, carecen de los tamaños para deshacerse de los ultra y de la mano blanca de los eclesiásticos que también le saben al toro.

Nuevamente nos dirigimos a la división y el dogmatismo con las agravantes de un narcotráfico fúrico y beligerante, además de un hondo resentimiento ciudadano por el empobrecimiento social que para el presidente Felipe Calderón no existe.

Ningún partido está preocupado por el ciudadano, realmente lo busca para que vote y después que se rasque como pueda. Así es el asunto.

¿A nadie de la clase gobernante se le ha ocurrido que es casi un crimen gastar los millones en las mentadas campañas mientras el pueblo no tiene en qué caerse muerto?

¿Es tan difícil para los políticos predicar con el ejemplo y ayudar efectivamente a la gente?

Mientras nos llegan las contestaciones, seguiré escuchando los relatos de la Mano Peluda, digo de don Manuelito y que Dios nos agarre confesados.

No hay comentarios: