domingo, 31 de agosto de 2008

MARASSA: Después de los Olímpicos

POR: RAÚL GÓMEZ MIGUEL

1. Vaya una larga ovación y un enorme reconocimiento a los cuatro atletas mexicanos que consiguieron dos medallas de oro y una de bronce en las Olimpiadas de Beijing 2008, a pesar de todos los obstáculos burocráticos y personales que identifican la organización del deporte mexicano.
2. Acusamos el cinismo de las autoridades de las federaciones deportivas de México que se estuvieron exhibiendo con el dinero público en TODOS los eventos distinguidos de la olimpiada y que no asumen la vergüenza de haber llevado una delegación de ochenta y cinco representantes con tan alta cuota de fracaso.
3. Destaquemos las pobres justificaciones vertidas por las “promesas” deportivas locales frente a la comprobación incuestionable de su mediocridad competitiva.
4. Meditemos en la complicidad mediática para que de antemano, el ánimo de la competencia fuera el clásico vamos a ver si se podemos.
5. Sería interesante Televisa explicara para qué hizo un gasto exorbitante llevando una producción con un año de antelación a China sólo para regalarnos una gama de predecibles coberturas cómicas y retardadas. Honestamente para lo hecho, bastaba con bajar la señal internacional y comentarla desde los estudios del Distrito Federal.
6. Bienvenidas a cuento las declaraciones del presidente de la República a los medallistas olímpicos cuando eran similares y carente del calor humano que es moda entre los políticos patrioteros.
7. China demostró al mundo que cuenta con la capacidad suficiente para encarar a cualquiera en eso del liderazgo global. Dinero, organización y presencia pusieron a Beijing 2008 en un sitio difícil de superar dentro de cuatro años en Londres, Inglaterra.
8. Esperamos con sonrisas irónicas la pataleta pública de los funcionarios deportivos ahora que retornan con la bolsa vacía y sus recomendados de cuarta. Ya sabemos que trabajarán arduamente para que en los próximos Juegos Olímpicos los mexicanos sirvamos para algo más que hacer desfiguros en las tribunas y gritar porras albureras.
9. Caiga quien caiga, la gentuza federativa se mantendrá en el hueso, perdón, en el puesto.
10. Como chinitos estuvimos los mexicanos atestiguando el triunfo y el orgullo ajenos con la terrible certeza que la derrota nos costó cara pero ayudamos a que los oportunistas de lujo hicieran de las suyas.
11. Nos consta, precisamente en nuestros campeones olímpicos, que México ganará cuando lo haga solo sin permisos de oficinas kafkianas o venias partidistas; los mexicanos de a pie tenemos mucho que ofrecerle al mundo.
12. En el habitual valemadrismo institucional y la omisión racista de los medios, la delegación paraolímpica mexicana está lista para comprobarnos que el espíritu y la actitud son indispensables para la victoria y que traerán medallas sin reparar en olvidos o protagonismos estúpidos. Bien por ellos y por el pueblo que representan.
13. En México 68, un hombre ganó una medalla de oro y cuarenta años después sigue siendo quien dicta el rumbo de la especialidad desde un escritorio; cosas del deporte tricolar y la polaca malsana, ejemplo del porqué en el país nunca pasa nada, ni la actualización ni la vanguardia.

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