sábado, 5 de julio de 2008

MARASSA: ¡Cantinero, sírvame otra copa... en lo que yo salgo a fumar!



POR: Ana Laura Domínguez

Y lo tomaron parejo. El tipo de establecimiento es lo de menos. En los bares y antritos fresas de la Condesa, en las mejores discotecas de la ciudad, en los restaurantes y hoteles más pomposos y hasta en las cantinas de antaño del Centro Histórico. A todos les pegó duro la ley antitabaco, pero únicamente el primer mes. Ahora estos lugares están hasta el tope los 7 días de la semana, aunque los fumadores tengamos que salir a la calle a echar el cigarrito.

Las acaloradas discusiones entre los amantes del tabaco y los que lo satanizan (con justificados argumentos), se desvanecieron rápidamente como el humo prohibido. La inconformidad y sobre todo la preocupación de los dueños de bares, cantinas y restaurantes, también se ha esfumado.
La ley pretende “prevenir” el consumo del tabaco, proteger a los fumadores y a los no fumadores. Chistoso. Ahora resulta que no puedo matarme lentamente y por mi propio gusto. En fin. Nunca he sabido de un accidente automovilístico provocado por una persona que iba hasta las manitas de cigarro, llámense camellos o vaqueros, light o mentolados; provocan adicción pero no percances en las vías de circulación (sólo en las respiratorias). Tampoco he sabido de nadie que haga un escándalo en un antro, bar o discoteca, porque está “pasado” de tabaco. Pero ni cómo hacerle, el Sector Salud ha hablado y el Senado lo ha aprobado.

Antes de que la ley entrara en vigor, los grandes y pequeños empresarios de este tipo de negocios, sentían que su “changarro” se iba a ir a la quiebra debido a que la asistencia a sus lugares se vería reducida. Y sí, así fue. En las primeras semanas del mes de abril, ciertos bares y antros estaban a menos de la mitad de su capacidad y la clientela era cien por ciento sana, en cuanto a tabaco se refiere. El efecto de la ley comenzaba a causar estragos y la preocupación crecía. Por otro lado, los fumadores no podían imaginarse una noche de viernes o sábado, sin el establecimiento cubierto por una espesa nube de humo. No faltaban los comentarios: ¡un trago sin tabaco, no te sabe y eso de fumártelo en la banqueta, como que no va!

Hubo quienes tomamos medidas drásticas y mandamos los antros a la goma. Los cuates y yo decidimos armar nuestro propia “covacha” en casa de alguno de nosotros. - Total, aquí puedes fumar, chupas lo que quieres y escuchas la música que te gusta al volumen que se te pegue la gana -. Pero nos duró poco el gusto. La cosquillita del “reventón”, de la música, del hecho de estar con “la banda” reunidos en un lugar de moda o de antaño y también el gusto por la partidita de dominó o de tirar apuestas con el escandaloso cubilete, nos hizo hervir la sangre nuevamente. Teníamos que volver a sentir la adrenalina que solamente proporciona la Ciudad de México de noche.

Entonces optamos por la opción B. Nos dedicaríamos a conocer los lugares “de moda” del Estado de México, en donde sí se puede fumar, porque la ley todavía no les ha llegado. No resultó. Para las personas que nos gusta visitar bares y cantinas, como que ya tenemos nuestras favoritas y creo que será lo mismo para los que gustan de las discotecas. Conocer lugares nuevos a estas alturas del partido, como que tampoco era buena idea y sobre todo, que no conoces a nadie de los presentes “porque no son tus rumbos”. Así que, tuvimos que hacer lo que toda la gente normal hizo. Seguir asistiendo a nuestros amados y bien conocidos antros, dejar descansar el trago en la mesa unos cuántos minutos un par de veces y salir a echar humo a la banqueta.

Lo cierto es que no ha pasado nada importante o relevante. Ningún establecimiento clausurado, nadie en la cárcel, pocos periodicazos para recordar y si acaso, dos que tres incautos que más que ser multados fueron expulsados del lugar público donde neciamente prendieron un cigarro. A tres o cuatro meses de la imposición de la ley antitabaco, los antros, bares y restaurantes están a reventar todos los fines de semana. Los dueños de los establecimientos ven ahora un fenómeno extraordinario, mismo que a algunos les está engordando los bolsillos y a otros, se los está adelgazando. Al no poder fumar mientras disfrutas de una buena copa, necesitas algo para compensar la fijación oral del tabaco y lo único que te queda, es comer. En las cantinas de antaño, como las del Centro, esto resulta peligroso, porque la botana es “gratis”, después de tres copas. Aquí la casa pierde. Pero en los lugares snobs, la botana se cobra, porque también es una botana fresa, como los típicos “dedos de queso”, las costillitas a la BBQ y ese tipo de “manjares”. Los cacahuates son cortesía de la casa y aquí, ésta gana.

En resumidas cuentas, nadie perdió con la dichosa ley y tal vez muchos se beneficiaron. En todo caso la verdadera polémica del tema sería: ¿hasta dónde el respeto hacia los nos fumadores, va de la mano con el respeto hacia los otros y viceversa?

En alguna ocasión en una fiesta, una buena amiga me dijo: - si yo sola me bebo una botella de tequila y me emborracho hasta caerme, no te perjudico en lo más mínimo, ¿verdad?, pero tú sí me perjudicas con el humo de tu cigarrito -. En efecto, le respondí, claro que te afecta mi humo de segunda mano, discúlpame, pero a decir verdad, el que tú te pongas una tranca gigantesca también me jode, porque no me gusta soportar borrachos que hacen comentarios estúpidos, antes de caer inconscientes - .

O una mejor: - Tú derecho de fumar termina con mi derecho de respirar - dijera mi madre. Y creo que no le falta razón, aunque me siga gustando el cigarro. ¿Hasta dónde llega el respeto por los demás? no lo sé, pero sí me queda claro que fumadores y no fumadores podemos convivir y conbeber juntos y “sanamente” en un mismo lugar.

No cabe duda que la frase célebre del Benemérito de América seguirá siendo vigente durante años y sobre todo, se puede aplicar a casi cualquier situación: “El respeto al derecho ajeno es la paz”… aunque el fumador tenga que abandonar su trago en la mesa y deba salir del establecimiento, llueva, truene o relampaguee para poder contaminarse sus pulmoncitos él solito.

¡Salud!



¿Y la polémica sobre la ley Anti-tabaco?
Simple: se esfumó como el humo prohibido.

Como era de esperarse en nuestro muy querido México, todo pasa de moda rápidamente. Los mexicanos no nos caracterizamos por tener una buena memoria.

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